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sábado, 10 de septiembre de 2022
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sábado, 2 de abril de 2022
martes, 22 de febrero de 2022
Penélope
la primera noche misma que nos conocimos cuando yo vivía en Rehoboth Terrace nos quedamos mirándonos durante unos 10 minutos como si nos hubiéramos conocido en algún sitio me figuro que por causa de que yo era judía porque he salido a mamá él solía divertirme las cosas que decía con esa sonrisa indolente y todos los Doyles decían que iba a presentarse para diputado en el Parlamento ah yo no era tonta de nacimiento para creerme todas sus chácharas sobre la autonomía y la unión nacional lanzándome ese aburrimiento de canción de los hugonotes que se canta en francés O beau pays de la Touraine que yo nunca he cantado ni una vez explicando y enredando sobre religión y persecuciones no le dejaba a una disfrutar nada naturalmente luego podría él como un gran favor la primerísima oportunidad que tuvo ocasión en Brighton Square metiéndoseme en la alcoba como si se hubiera manchado las manos de tinta para lavárselas con la Leche de Albión y el jabón de azufre que yo usaba con la gelatina todavía alrededor ah yo me puse mala de reírme de él aquel día más vale que no convierta este asunto en una sentada para toda la noche encima de este trasto deberían hacer bacinillas de tamaño natural para que una mujer se pudiera sentar encima como es debido él se arrodilla para hacerlo me figuro que no hay en toda la creación otro hombre con las costumbres que tiene él mira de qué manera está durmiendo ahora a los pies de la cama cómo podrá sin una almohada dura menos mal que no da patadas o si no me partiría los dientes respirando con la mano en la nariz como ese dios indio que me llevó a ver un domingo que llovía en la calle Kildare todo amarillo con un delantal tumbado de lado sobre la mano con los diez dedos de los pies saliéndole que él dijo que era una religión más grande que las de los judíos y Nuestros Señores juntas las dos por toda Asia imitándole como siempre está imitando a alguien me figuro que él también dormía a los pies de la cama con sus grandes pies cuadrados junto a la boca de su mujer maldita sea esta cosa apestosa de todos modos dónde está eso esos paños ah sí ya sé espero que el viejo armario no rechine ah lo sabía él duerme bien lo ha pasado bien en algún sitio sin embargo ella debe haberle dado mucho de bueno por su dinero claro que él tiene que pagarlo lo que recibe de ella ah qué cosa tan molesta espero que tendrán algo mejor para nosotras en el otro mundo .
Ulises.
miércoles, 26 de enero de 2022
Sandoq, la sombra
Sus enemigos se abalanzaron sobre él entre gritos, aullidos e imprecaciones, pero la Sombra no emitió otro sonido que el del acero; se abrió paso entre ellos silencioso como un gato, con la espada silbando de derecha a izquierda y de arriba abajo, haciendo brotar sangre con cada tajo, mordiendo la cota de malla como si de pergamino se tratara. Champiñón, que afirma haber presenciado la batalla desde el tejado, declara que «no parecía un combate a espada; más bien un granjero cosechando cereal. Segaba los tallos con un movimiento tras otro, pero aquellos tallos eran personas vivas, que gritaban y maldecían al caer». Los hombres de ser Amaury no carecían de coraje, y algunos vivieron lo suficiente para asestar sus propios golpes, pero la Sombra, siempre sin detenerse, los bloqueaba con el escudo y los empujaba del puente hacia las hambrientas picas de hierro que había debajo.
A Amaury Peake debe reconocérsele que su muerte no deshonró a la Guardia Real: tres de sus hombres yacían muertos en el puente levadizo, y otros dos se retorcían en las picas de debajo, cuando desenvainó su espada del talabarte. «Bajo la capa blanca llevaba una armadura de escamas blancas —narra Champiñón—, pero el yelmo le dejaba la cara al descubierto, e iba sin escudo; Sandoq le cobró un alto precio por esas carencias.» Cuenta el bufón que la Sombra lo convirtió en un baile: cada vez que causaba una herida a ser Amaury, mataba a uno de sus subalternos antes de volver a dedicarle su atención. Sin embargo, Peake continuó luchando con valor y obstinación, y cerca del final, durante un instante, los dioses le concedieron una oportunidad cuando el último guardia se las ingenió para aferrar la espada de Sandoq y arrancársela de la mano antes de precipitarse desde el puente. Ser Amaury, que estaba caído de rodillas, se incorporó y cargó contra su enemigo desarmado.
Sandoq arrancó el hacha de Viserys de la madera donde estaba clavada y partió por la mitad el casco y la cabeza de ser Amaury, de la cimera al gorjal. Dejó que el cuerpo se derrumbara sobre las picas, y se tomó su tiempo para arrojar al foso a los muertos y moribundos antes de volver a entrar en el Torreón de Maegor, donde el rey ordenó levar el puente, bajar el rastrillo y atrancar las puertas. El alcázar de dentro del alcázar estaba protegido.
Y así continuaría durante dieciocho días.
Fuego y sangre.
G.R.R. Martin.
miércoles, 1 de diciembre de 2021
miércoles, 17 de noviembre de 2021
miércoles, 3 de noviembre de 2021
Ítaca.
¿Qué espectáculo se les puso delante cuando, primero el anfitrión, luego el invitado, emergieron silenciosamente, doblemente en tinieblas, desde la obscuridad por un pasadizo desde la parte trasera de la casa a la penumbra del jardín?
El árbol celeste de estrellas cargado de húmedos frutos nocheazulados.
¿Con qué meditaciones acompañó Bloom su demostración, a su acompañante, de diversas constelaciones?
Meditaciones sobre la evolución crecientemente más vasta: sobre la luna invisible en su incipiente lunación, acercándose al perigeo: sobre la infinita lactiginosa centelleante incondensada Vía Láctea, discernible a la luz del día por un observador situado en el extremo inferior de un pozocilíndrico vertical hundido a 5.000 pies de la superficie hacia el centro de la tierra: sobre Sirio (alpha del Can Mayor) a 10 años–luz (57.000.000.000.000 millas) de distancia y en volumen 900 veces el tamaño de nuestro planeta: sobre Arturo: sobre la precesión de los equinoccios: sobre Orion con su cinturón y sol séxtuple Theta y su nebulosa en que podrían contenerse 100 de nuestros sistemas solares: de las estrellas moribundas y nacientes tales como la Nova de 1901: sobre nuestro sistema que se hunde hacia la constelación de Hércules: sobre el paralaje o derivación paraláctica de las llamadas estrellas fijas, en realidad siempre móviles desde eones inconmensurablemente remotos hacia futuros infinitamente remotos en comparación con los cuales los años; tres veintenas más diez, otorgados a la vida humana, formaban un paréntesis de infinitesimal brevedad.
¿Hubo meditaciones inversas sobre involución crecientemente menos vasta?
Sobre los eones de los períodos geológicos registrados en la estratificación de la tierra: sobre las miríadas de existencias orgánicas entomológicas ocultas en cavidades de la tierra, bajo piedras removióles, en colmenas y montículos, de microbios, gérmenes, bacterias, bacilos, espermatozoos: sobre los incalculables trillones de billones de millones de moléculas imperceptibles contenidas por cohesión de afinidad molecular en una sola cabeza de alfiler: sobre el universo del suero humano constelado de corpúsculos rojos y blancos, a su vez universos de espacio vacío constelado de otros cuerpos, cada cual siendo, en continuidad, su universo de cuerpos componentes divisibles, cada uno de los cuales a su vez volvía a ser divisible en divisiones de cuerpos componentes redivisibles, disminuyendo cada vez más los dividendos y divisores sin división efectiva hasta que, si se llevara suficientemente adelante el proceso, no se llegaría a nada en ningún sitio
jueves, 21 de octubre de 2021
jueves, 7 de octubre de 2021
La batalla sobre el ojo de dioses
La hora era tardía, el sol estaba a punto de ponerse y el lago estaba calmo, con la superficie lisa como el cobre bruñido. Más y más se remontó en busca de Caraxes, mientras Alys Ríos observaba desde lo alto de la torre de la Pira Real de Harrenhal.
El ataque fue repentino como un rayo. Caraxes cayó en picado sobre Vhagar con un grito agudo que se oyó a una decena de leguas, envuelto en la luz del sol poniente, por el punto ciego del príncipe Aemond. El Guiverno Sanguíneo golpeó al dragón mayor con terrible fuerza. Los rugidos resonaron por todo el Ojo de Dioses mientras ambos se daban tarascadas y se destrozaban, con las siluetas negras recortadas contra el cielo rojo como la sangre. Tan intensas eran las llamaradas que los pescadores de abajo temían que las mismísimas nubes se incendiasen. Entrelazados, los dragones se desplomaron sobre el lago. Las mandíbulas del Guiverno Sanguíneo se cerraron alrededor del cuello de Vhagar, y sus negros dientes se le hincaron en la carne. Aun mientras las garras de Vhagar le abrían el abdomen en canal y sus dientes le desgarraban un ala, Caraxes mordió más hondamente mientras se acercaban al lago a terrible velocidad.
Y fue entonces, nos narran las leyendas, cuando el príncipe Daemon Targaryen desmontó y saltó de un dragón a otro. Empuñaba a Hermana Oscura, la espada de la reina Visenya.
Fuego y sangre.
G.R.R. Martin.
miércoles, 22 de septiembre de 2021
Eumeo
El marinero de barba roja, que tenía fijo en los recién llegados su ojo de vigía, abordó a Stephen, a quien había elegido para su particular atención, y le preguntó por las buenas:
—¿Y su nombre cuál podría ser?
Antes que fuera tarde el señor Bloom le tocó la bota a su compañero, pero Stephen, al parecer sin hacer caso de la tibia presión desde un lado inesperado, contestó:
—Dedalus.
El marinero le miraba fijamente con unos ojos turbios con bolsas, más bien hinchados del excesivo uso del trago, con preferencia el buen viejo Hollands con agua.
—¿Conoce usted a Simon Dedalus? —preguntó por fin.
—He oído hablar de él — dijo Stephen.
El señor Bloom se sintió por un momento azorado, al ver que los demás evidentemente también tendían la oreja.
—Es irlandés —afirmó decididamente el marinero, mirando fijo del mismo modo y asintiendo con la cabeza—. Irlandés del todo.
—Demasiado irlandés —confirmó Stephen.
En cuanto al señor Bloom, no entendía ni pizca del asunto y se empezaba a preguntar qué posible conexión habría, cuando el marinero, por su propia iniciativa, se volvió a los demás ocupantes del refugio con la observación:
—Le he visto romper dos huevos en dos botellas disparando por encima del hombro a cincuenta yardas. No falla con la mano izquierda.
Aunque ligeramente estorbado por un tartamudeo ocasional y aun siendo sus gestos tan torpes como eran sin embargo hacía lo mejor que podía por explicarse.
—Una botella ahí, digamos. Cincuenta yardas medidas. Huevos en las botellas. Echa la escopeta sobre el hombro. Apunta.
Se volvió a medias, cerró el ojo derecho completamente, luego retorció sus facciones levantándolas de cierto modo de lado y miró fulgurantemente hacia la noche, afuera, con una desagradable actitud en el rostro.
—Pom — gritó luego una vez.
El público entero aguardó, esperando una detonación adicional, ya que había aún otro huevo.
—Pom —gritó por segunda vez.
miércoles, 1 de septiembre de 2021
El libro de Oa.
Geoff Johns & Ivan Reis.
jueves, 19 de agosto de 2021
miércoles, 14 de julio de 2021
miércoles, 9 de junio de 2021
jueves, 13 de mayo de 2021
La caída de Harrenhal.
Salió a su encuentro Harren, un hombre mayor de pelo cano que, aun así, transmitía fiereza enfundado en su armadura negra. Cada rey iba acompañado de un maestre y un portaestandartes, por lo que ha quedado constancia de las palabras que cruzaron.
—Rendíos ahora —empezó Aegon— y podréis seguir siendo el señor de las Islas del Hierro. Rendíos ahora y vuestros hijos vivirán para sucederos. Tengo ocho mil hombres apostados alrededor de vuestra muralla.
—Lo que haya fuera de mi muralla no es de mi incumbencia —contestó Harren—. Estos muros son fuertes y gruesos.
—Pero no tienen altura suficiente para protegeros de los dragones. Los dragones vuelan.
—Los construí de piedra —dijo Harren—, y la piedra no arde.
—Cuando caiga el sol —respondió Aegon—, se extinguirá vuestro linaje.
Se dice que Harren escupió al oír esto último y se retiró al castillo; envió a los parapetos a todos los hombres, armados con lanzas, arcos y ballestas, y prometió tierras y riquezas para quien abatiera al dragón. «Si tuviera una hija, el matadragones obtendría también su mano —proclamó Harren el Negro—. En su lugar le daré a una hija de los Tully, o a las tres si quiere. O puede quedarse con una de las mocosas de los Blackwood, o de los Strong, o con cualquiera de las hijas de esos traidores cobardes del Tridente, señores del fango mierdoso.» Harren el Negro se retiró entonces a su torre, rodeado por su guardia personal, para cenar con los hijos que le quedaban.
Cuando se puso el sol, los hombres de Harren el Negro escudriñaban la oscuridad incipiente aferrados a sus lanzas y ballestas. Quizá, al ver que no aparecía ningún dragón, algunos pensaran que las amenazas de Aegon eran vanas. Pero Aegon Targaryen se había alzado con Balerion por encima de las nubes, muy por encima, tanto que el dragón parecía una mosca ante la luna.
Fue entonces cuando emprendió el descenso hacia el interior de la muralla. Con alas negras como el carbón, Balerion se sumergió en la oscuridad de la noche, y cuando aparecieron bajo él las inmensas torres de Harrenhal, dio rienda suelta a su furia y, de un rugido, las bañó en fuego negro ribeteado de rojo.
La piedra no arde, se había mofado Harren, pero su castillo no era solo de piedra. Madera, lana, cáñamo, paja, pan, tasajo y trigo: todo ardió. Tampoco los hombres del hierro de Harren eran de piedra.