jueves, 7 de octubre de 2021
La batalla sobre el ojo de dioses
La hora era tardía, el sol estaba a punto de ponerse y el lago estaba calmo, con la superficie lisa como el cobre bruñido. Más y más se remontó en busca de Caraxes, mientras Alys Ríos observaba desde lo alto de la torre de la Pira Real de Harrenhal.
El ataque fue repentino como un rayo. Caraxes cayó en picado sobre Vhagar con un grito agudo que se oyó a una decena de leguas, envuelto en la luz del sol poniente, por el punto ciego del príncipe Aemond. El Guiverno Sanguíneo golpeó al dragón mayor con terrible fuerza. Los rugidos resonaron por todo el Ojo de Dioses mientras ambos se daban tarascadas y se destrozaban, con las siluetas negras recortadas contra el cielo rojo como la sangre. Tan intensas eran las llamaradas que los pescadores de abajo temían que las mismísimas nubes se incendiasen. Entrelazados, los dragones se desplomaron sobre el lago. Las mandíbulas del Guiverno Sanguíneo se cerraron alrededor del cuello de Vhagar, y sus negros dientes se le hincaron en la carne. Aun mientras las garras de Vhagar le abrían el abdomen en canal y sus dientes le desgarraban un ala, Caraxes mordió más hondamente mientras se acercaban al lago a terrible velocidad.
Y fue entonces, nos narran las leyendas, cuando el príncipe Daemon Targaryen desmontó y saltó de un dragón a otro. Empuñaba a Hermana Oscura, la espada de la reina Visenya.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario