-Lo podemos tomar solo - dijo Stephen. - Hay un limón en el aparador.
-Maldito seas tu con tus modas de París. -dijo Buck Mulligan -: yo quiero leche de Sandycove.
Haines se acercó desde la entrada y dijo tranquilamente:
- Ya sube esa mujer con la leche.
-Las bendiciones de Dios sobre ti - gritó Buck Mulligan, levantándose de la silla de un salto-. Siéntate. Echa el té ahí. El azúcar está en la bolsa. Ea, no puedo seguir enredándome con los malditos huevos.
Dio unos tajos a través de la fritanga de la fuente y la fue estampando en tres platos mientras decía:
- In nomine Patris et Filii et Spiritu Sancti.
Haines se sentó a servir el té.
-Os doy dos terrones a cada uno -dijo- . Pero oye, Mulligan, tú haces fuerte el té, ¿no?
Buck Mulligan sacando gruesas rebanadas de la hogaza, dijo con mimosa voz de vieja:
- Cuando hago té, hago té, como decía la abuela Grogan. Y cuando hago aguas, hago aguas.
- Por Júpiter que es té -dijo Haines.
Buck Mulligan siguió cortando y hablando con mimos de vieja:
-" Eso hago yo, señora Cahill", dice. "Caramba, señora", dice la señora Cahill, "Dios le conceda no hacerlo en el mismo cacharro".
Tendió a cada uno de los comensales, por turno, una gruesa rebanada de pan, empalada en el cuchillo.
- Esa es gente para tu libro, Haines- dijo con gran seriedad-. Cinco líneas de texto y diez páginas de notas sobre el pueblo y los dioses-peces de Dundrum. Impreso por las hermanas Parcas en el año del gran viento.
Ulises.
Capítulo 1 -Telémaco.
James Joyce.
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