jueves, 27 de junio de 2019

Las rocas errantes





El señor Dedalus, tirándose de los largos bigotes dobló la esquina de William´s Row. Se detuvo junto a su hija.

-Ya era hora- dijo ella. 

-Ponte derecha, por el amor de Dios- dijo el señor Dedalus-. ¿Tratas de imitar a tu tío John el trompetista, con la cabeza metida entre los hombros? !Dios misericordioso!

 Dilly se encogió de hombros. El señor Dedalus le puso las manos en ellos y se los echó atrás.

-Ponte derecha, chica- dijo -Vas a acabar con curvatura de la columna vertebral. ¿Sabes lo que pareces?

Hundió la cabeza de repente hacia abajo y adelante, jorobando los hombros y dejando caer la mandíbula. 



Ulises.
Capítulo 10 -Las rocas errantes.
                       James Joyce.

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