Con cara pícara, sombría como la de un decano, Buck
Mulligan avanzó entonces, bufón abigarrado, hacia el saludo de sus
sonrisas. Mi telegrama.
–¿Hablabas del vertebrado gaseoso, si no me equivoco? preguntó a Stephen.
Chaleco color prímula, saludó alegremente con el jipijapa que se había quitado como con un sonajero.
Le dan la bienvenida. Was Du verlachst wirstDu noch dienen.
Camada de burlones: Focio, Pseudomalaquías, Johann Máximo.
Camada de burlones: Focio, Pseudomalaquías, Johann Máximo.
Él que se engendró a Sí mismo, Rescatador, entre Sí mismo y los demás, quien insultado por sus demonios, desnudado y azotado, fue clavado como un
murciélago en la puerta de un granero, dejado morir de hambre en el árbol de la cruz, Quien se
dejó sepultar, resucitó, violó los infiernos, se trasladó al cielo
y allí estos mil novecientos años está sentado a la derecha de Su Propio yo pero aún ha de venir en el último día a juzgar a los vivos y a los muertos cuando
todos los vivos ya estén muertos.
Eleva las manos. Caen los velos. ¡Oh, flores! Campanas y campanas y campanas en coro.
–Sí,efectivamente - dijo el bibliotecario cuáquero-. Una discusión muy instructiva. El señor Mulligan, lo juraría, tiene también
su teoría sobre el drama y sobre Shakespeare. Todos los lados de la vida
deberían estar representados.
Sonrió a todos los lados por igual.
Buck Mulligan pensó, perplejo.
–¿Shakespeare? -dijo-. Me parece que conozco ese nombre.
Una volandera sonrisa soleada se irradió en sus tranquilas facciones.
–Ah, claro- dijo, recordando luminosamente-. Ese tío que escribe como Synge.
Ulises.
Capítulo 9 -Escila y Caribdis.
James Joyce.
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