...No se puede creer al principio. Un error debe ser: algún otro. Pruebe en la casa de enfrente. Espere, quería. Todavía no he. Luego cuarto fúnebre oscurecido. Luz quieren. Susurrando alrededor de uno. ¿Querrías ver un sacerdote? Luego divagando y delirando. Delirio: todo lo que escondiste toda la vida. La lucha con la muerte. Su sueño no es natural. Apretarle el párpado inferior. Observando si tiene la nariz afilada si se le cae la mandíbula si las plantas de los pies se le ponen amarillas. Echar a un lado la almohada y dejar terminar la cosa en el suelo puesto que está condenado. El diablo en esa estampa de la muerte del pecador enseñándole una mujer. Muriéndose de ganas de abrazarla en camisa. Último acto de Lucia. ¿No te volveré a contemplar jamás? ¡Pam! expira. Se fue por fin. La gente habla de uno un poco: se olvidan. No os olvideís de rezar por él. Recordadle en vuestras oraciones. Incluso Parnell. El Día de la Hiedra se está extinguiendo. Luego siguen ellos: cayendo en un agujero uno tras otro.
Rezamos ahora por el descanso de su alma. Con esperanzas de que estés muy bien, no en el infierno sino en el Edén. Buen cambio de aires. De la sartén de la vida al fuego del purgatorio.
¿Piensa alguna vez en el agujero que le espera? Dicen que eso pasa cuando uno tirita al sol. Alguién cruza por encima de él. El aviso del transpunte. Cerca de ti. La mía por ahí hacia Finglas, el terreno que he comprado. Mamá pobre mamá y el pobrecillo Rudy.
Los sepultureros cogieron las azadas y lanzaron pesados terrones de barro sobre el ataúd. El señor Bloom volvió la cara. ¿Y si siguiera vivo todo el tiempo? ¡Brrr! Demonios, eso sería terrible. No, no: está muerto, por supuesto. Por supuesto está muerto. Murió el lunes. Debería haber una ley de perforar el corazón para estar seguros o un reloj eléctrico o un teléfono en el ataúd y una especie de respiradero de lona. Bandera de peligro. Tres días. Bastante largo para guardarlos en verano. Más vale quitárselos de encima tan pronto como se está seguro de que no hay.
El barro caía más blandamente. Empezar a ser olvidado. Ojos que no ven corazón que no siente.
Ulises.
Capítulo 6 -Hades.
James Joyce.
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