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viernes, 23 de agosto de 2024
miércoles, 24 de julio de 2024
Gom Jabbar
Paul miró su mano a través de la cual había pasado el dolor, luego miró a la Reverenda Madre. El sonido de su voz contenía una diferenciación que la distinguía de todas las otras voces que había oído su experiencia.
Las palabras habían sido definidas, brillantes. Sintió que cualquier pregunta que hubiera hecho habría recibido una respuesta que lo hubiera elevado fuera de su mundo carnal hacia algo más grande.
—¿Por qué buscáis a los humanos? —preguntó.
—Para hacerlos libres.
—¿Libres?
—Hubo un tiempo en que los hombres dedicaban su pensamiento a las máquinas, con la esperanza de que ellas los harían libres. Pero esto sólo permitió que otros hombres con máquinas los esclavizaran.
—«No construirás una máquina a semejanza de la mente del hombre» — citó Paul.
—Esto es lo que dicen la Jihad Butleriana y la Biblia Católica Naranja — dijo—. Pero en realidad la Biblia C. N. tendría que haber dicho: «No construirás una máquina que imite la mente humana ».
Dune.
Frank Herbert.
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sábado, 2 de abril de 2022
martes, 22 de febrero de 2022
Penélope
la primera noche misma que nos conocimos cuando yo vivía en Rehoboth Terrace nos quedamos mirándonos durante unos 10 minutos como si nos hubiéramos conocido en algún sitio me figuro que por causa de que yo era judía porque he salido a mamá él solía divertirme las cosas que decía con esa sonrisa indolente y todos los Doyles decían que iba a presentarse para diputado en el Parlamento ah yo no era tonta de nacimiento para creerme todas sus chácharas sobre la autonomía y la unión nacional lanzándome ese aburrimiento de canción de los hugonotes que se canta en francés O beau pays de la Touraine que yo nunca he cantado ni una vez explicando y enredando sobre religión y persecuciones no le dejaba a una disfrutar nada naturalmente luego podría él como un gran favor la primerísima oportunidad que tuvo ocasión en Brighton Square metiéndoseme en la alcoba como si se hubiera manchado las manos de tinta para lavárselas con la Leche de Albión y el jabón de azufre que yo usaba con la gelatina todavía alrededor ah yo me puse mala de reírme de él aquel día más vale que no convierta este asunto en una sentada para toda la noche encima de este trasto deberían hacer bacinillas de tamaño natural para que una mujer se pudiera sentar encima como es debido él se arrodilla para hacerlo me figuro que no hay en toda la creación otro hombre con las costumbres que tiene él mira de qué manera está durmiendo ahora a los pies de la cama cómo podrá sin una almohada dura menos mal que no da patadas o si no me partiría los dientes respirando con la mano en la nariz como ese dios indio que me llevó a ver un domingo que llovía en la calle Kildare todo amarillo con un delantal tumbado de lado sobre la mano con los diez dedos de los pies saliéndole que él dijo que era una religión más grande que las de los judíos y Nuestros Señores juntas las dos por toda Asia imitándole como siempre está imitando a alguien me figuro que él también dormía a los pies de la cama con sus grandes pies cuadrados junto a la boca de su mujer maldita sea esta cosa apestosa de todos modos dónde está eso esos paños ah sí ya sé espero que el viejo armario no rechine ah lo sabía él duerme bien lo ha pasado bien en algún sitio sin embargo ella debe haberle dado mucho de bueno por su dinero claro que él tiene que pagarlo lo que recibe de ella ah qué cosa tan molesta espero que tendrán algo mejor para nosotras en el otro mundo .
Ulises.
miércoles, 26 de enero de 2022
Sandoq, la sombra
Sus enemigos se abalanzaron sobre él entre gritos, aullidos e imprecaciones, pero la Sombra no emitió otro sonido que el del acero; se abrió paso entre ellos silencioso como un gato, con la espada silbando de derecha a izquierda y de arriba abajo, haciendo brotar sangre con cada tajo, mordiendo la cota de malla como si de pergamino se tratara. Champiñón, que afirma haber presenciado la batalla desde el tejado, declara que «no parecía un combate a espada; más bien un granjero cosechando cereal. Segaba los tallos con un movimiento tras otro, pero aquellos tallos eran personas vivas, que gritaban y maldecían al caer». Los hombres de ser Amaury no carecían de coraje, y algunos vivieron lo suficiente para asestar sus propios golpes, pero la Sombra, siempre sin detenerse, los bloqueaba con el escudo y los empujaba del puente hacia las hambrientas picas de hierro que había debajo.
A Amaury Peake debe reconocérsele que su muerte no deshonró a la Guardia Real: tres de sus hombres yacían muertos en el puente levadizo, y otros dos se retorcían en las picas de debajo, cuando desenvainó su espada del talabarte. «Bajo la capa blanca llevaba una armadura de escamas blancas —narra Champiñón—, pero el yelmo le dejaba la cara al descubierto, e iba sin escudo; Sandoq le cobró un alto precio por esas carencias.» Cuenta el bufón que la Sombra lo convirtió en un baile: cada vez que causaba una herida a ser Amaury, mataba a uno de sus subalternos antes de volver a dedicarle su atención. Sin embargo, Peake continuó luchando con valor y obstinación, y cerca del final, durante un instante, los dioses le concedieron una oportunidad cuando el último guardia se las ingenió para aferrar la espada de Sandoq y arrancársela de la mano antes de precipitarse desde el puente. Ser Amaury, que estaba caído de rodillas, se incorporó y cargó contra su enemigo desarmado.
Sandoq arrancó el hacha de Viserys de la madera donde estaba clavada y partió por la mitad el casco y la cabeza de ser Amaury, de la cimera al gorjal. Dejó que el cuerpo se derrumbara sobre las picas, y se tomó su tiempo para arrojar al foso a los muertos y moribundos antes de volver a entrar en el Torreón de Maegor, donde el rey ordenó levar el puente, bajar el rastrillo y atrancar las puertas. El alcázar de dentro del alcázar estaba protegido.
Y así continuaría durante dieciocho días.
Fuego y sangre.
G.R.R. Martin.